Islandia es uno de esos destinos que te obsesionan. Después de mi primer viaje en febrero, pasé meses mirando fotos, viendo vídeos, y preguntándome cómo sería la isla en verano. Así que cuando tuve la oportunidad de volver en julio, no lo dudé. Ahora, habiendo experimentado Islandia en sus dos extremos - el frío oscuro del invierno y el sol de medianoche del verano - puedo decir con conocimiento de causa que son viajes completamente diferentes. Tan diferentes que casi parecen dos países distintos.
La pregunta que más me hacen es: “¿Cuándo es mejor ir a Islandia, en verano o en invierno?” Y mi respuesta siempre es la misma: ambos. Idealmente, deberías experimentar Islandia en las dos estaciones porque cada una ofrece algo único que la otra no puede dar. Pero entiendo que no todo el mundo puede permitirse dos viajes a Islandia (aunque créeme, después del primero querrás volver), así que voy a desglosar mi experiencia en ambas épocas para ayudarte a decidir cuál se adapta mejor a lo que buscas.
Voy a ser honesto desde el principio: si tuviera que elegir solo una, me quedaría con el invierno. Pero la diferencia no es abismal, y hay argumentos sólidos para ambas opciones. El invierno islandés me cautivó de una manera que no esperaba, pero el verano tiene un encanto completamente diferente que también vale absolutamente la pena. Déjame explicarte por qué.
Índice
- Luz y oscuridad: el factor más importante
- Auroras boreales vs sol de medianoche
- Accesibilidad y carreteras
- Actividades exclusivas de cada estación
- Temperatura y clima
- Multitudes y precios
- Paisajes y colores
- Mi veredicto personal
Luz y oscuridad: el factor más importante
Este es probablemente el factor más importante a considerar y el que más impacta tu experiencia. En mi viaje de invierno en febrero, teníamos unas 8-9 horas de luz al día. El sol salía alrededor de las 10:00 AM y se ponía sobre las 6:00 PM. Suena limitante, ¿verdad? Y lo es, pero de una manera que terminé amando. Esas horas de luz son preciosas - la luz es baja, dorada, dramática. Todo el día parece una hora dorada perpetua para fotógrafos.
Lo que realmente me sorprendió fue que las “noches” largas no fueron aburridas. Aprovechamos las horas de oscuridad para conducir entre ubicaciones (las carreteras principales están bien iluminadas y mantenidas), cazar auroras boreales, relajarnos en aguas termales bajo las estrellas, y simplemente disfrutar de esa atmósfera única del Ártico nocturno. Sí, tuvimos que planificar cuidadosamente para ver las cascadas y glaciares principales durante las horas de luz, pero esa limitación nos forzó a ser más selectivos y apreciar más cada lugar.
En julio, por el contrario, experimentamos el sol de medianoche. El sol nunca se ponía realmente - a medianoche había una especie de crepúsculo perpetuo con luz suficiente para leer un libro afuera. Al principio pensé que sería genial - más tiempo para ver cosas. Y lo fue, pero también fue extraño. Tu reloj biológico se desorienta completamente. A las 11:00 PM miras el cielo luminoso y tu cuerpo no entiende que debería estar cansado. Necesitas antifaces para dormir a menos que te adaptes completamente (yo no lo logré).
La ventaja obvia del verano es que puedes hacer mucho más en un día. No estás limitado por las horas de luz. Puedes levantarte temprano, ver el amanecer a las 3:00 AM (sí, tan temprano), hacer actividades todo el día, y seguir explorando hasta las 11:00 PM. Maximizas cada día de viaje. Para quienes tienen tiempo limitado y quieren ver lo máximo posible, esto es invaluable.
Mi opinión: La luz del invierno es más dramática y fotogénica, pero el verano te da más tiempo para explorar. Si eres fotógrafo o amante de la atmósfera especial, invierno. Si quieres eficiencia y ver lo máximo posible, verano.
Auroras boreales vs sol de medianoche
Este es un punto decisivo para muchos viajeros. Las auroras boreales solo son visibles en oscuridad, así que el verano islandés con su luz perpetua las hace imposibles. En invierno, sin embargo, las auroras son una posibilidad real cada noche despejada.
Durante mi viaje de febrero, vimos auroras boreales en 3 de las 5 noches que pasamos fuera de Reykjavik. Una de esas noches fue espectacular - el cielo entero explotó en cortinas verdes ondulantes que bailaban de horizonte a horizonte, con toques de rosa y púrpura. Estábamos en un campo nevado cerca de Jökulsárlón, a -8°C, completamente solos, y el silencio solo se rompía por nuestras exclamaciones de asombro. Es una experiencia que me marcó profundamente.
Pero ojo - ver auroras no está garantizado. Necesitas cielo despejado, y el clima islandés es notoriamente impredecible. De las 8 noches totales de mi viaje invernal, solo 3 tuvieron cielo despejado. Las otras estaban nubladas o nevando. Así que aunque el invierno ofrece la posibilidad, no la certeza. Usé apps como “Aurora Forecast” religiosamente, y cuando el pronóstico era bueno, salíamos a cazar auroras sin importar el frío.
El sol de medianoche del verano también es un fenómeno natural único, aunque menos “wow” que las auroras. Es surrealista estar despierto a la 1:00 AM con luz de día, hacer una caminata nocturna por cascadas, o ver el paisaje bañado en esa luz dorada especial que nunca termina. Es hermoso de una manera diferente - más sutil, más etérea. Y tiene una ventaja práctica: nunca necesitas linterna, nunca te preocupas por quedarte sin luz mientras exploras.
Mi opinión: Para mí, las auroras boreales son una experiencia más impactante y memorable que el sol de medianoche. Si este es tu primer viaje a Islandia y ver auroras está en tu lista de bucket list, ve en invierno sin dudarlo. El sol de medianoche es genial pero menos dramático.
Accesibilidad y carreteras
Este es el argumento más fuerte a favor del verano. En mi viaje de febrero, varias carreteras estaban cerradas por nieve y hielo. Las F-roads (carreteras del interior) estaban completamente inaccesibles. Algunos lugares que quería visitar tuvieron que descartarse porque las condiciones no lo permitían. Necesitábamos consultar road.is y safe.is diariamente para verificar el estado de las carreteras antes de planificar cada día.
Alquilamos un 4x4 en invierno (obligatorio, en mi opinión, aunque técnicamente la Ring Road se puede hacer con un coche normal si tienes suerte con el clima). Aún así, conducir era estresante - caminos helados, ventiscas súbitas, viento lateral que podía empujar el coche, y esa sensación constante de estar a merced de los elementos. Es parte de la aventura, pero no para todos.
En julio, por el contrario, conducir era pan comido. Carreteras secas y en buen estado, todas las F-roads abiertas (pudimos explorar las Highlands, imposible en invierno), sin estrés por el clima. Incluso alquilamos un coche normal (no 4x4) y no tuvimos ningún problema. La Ring Road estaba en perfectas condiciones. Pudimos llegar a lugares remotos sin preocuparnos por quedarnos atascados en la nieve.
La accesibilidad del verano significa que puedes ser más espontáneo. No necesitas planificar cada día con tanta precisión. Si el plan A no funciona, simplemente vas al plan B sin preocuparte por si las carreteras estarán abiertas. Hay una libertad en eso que aprecié mucho.
Pero aquí está el giro: la dificultad del invierno también fue parte de lo que lo hizo especial. Cada lugar que visitamos sentía como un logro. Superar las condiciones adversas para llegar a una cascada congelada o un glaciar nevado nos hizo apreciarlo más. No sé si habría sentido lo mismo en las condiciones fáciles del verano.
Mi opinión: Si es tu primer viaje a Islandia y quieres verlo todo sin complicaciones, el verano gana por goleada. Si buscas aventura y no te importan las limitaciones, el invierno ofrece una experiencia más raw y memorable.
Actividades exclusivas de cada estación
Cada estación tiene actividades que simplemente no puedes hacer en la otra, y esto puede ser decisivo dependiendo de lo que más te interese.
Exclusivas del invierno:
- Cuevas de hielo glaciares: Esta fue mi actividad favorita del viaje invernal. Las cuevas de hielo azul cristalino bajo el glaciar Vatnajökull solo son accesibles de noviembre a marzo. Caminar dentro de un glaciar, rodeado de hielo azul brillante con luz filtrándose desde arriba, es absolutamente surrealista. En verano estas cuevas se inundan y colapsan - simplemente no existen.
- Motos de nieve en glaciares: Aunque técnicamente posible todo el año, es mucho mejor en invierno con más nieve acumulada.
- Auroras boreales: Ya mencionadas, pero merecen estar en esta lista otra vez porque son la actividad invernal por excelencia.
Exclusivas del verano:
- Avistamiento de ballenas: Las ballenas migran a aguas islandesas en verano. De junio a agosto las probabilidades de verlas son del 90%+ en tours desde Húsavík o Reykjavik. En invierno las probabilidades bajan drásticamente.
- Frailecillos: Estas aves adorables solo anidan en Islandia de abril a agosto. Si quieres verlos, verano es obligatorio.
- Highlands y F-roads: Regiones completas del interior solo accesibles en verano cuando la nieve se derrite.
- Senderismo serio: Trekkings de varios días como Laugavegur solo son factibles en verano cuando los refugios están abiertos.
Las aguas termales están increíbles en ambas estaciones, aunque admito que flotar en agua a 38°C cuando fuera hace -5°C tiene un factor especial que no tiene hacerlo con 15°C exterior.
Mi opinión: Depende totalmente de tus prioridades. Para mí, las cuevas de hielo y auroras del invierno superan a las ballenas y frailecillos del verano, pero entiendo que para otros sea al revés. Si eres fan de las aves o quieres hacer senderismo serio, verano sin duda.
Temperatura y clima
Aquí viene una sorpresa: Islandia en invierno no es tan fría como esperaba. Gracias a la corriente del Golfo, las temperaturas en la costa sur (donde está la Ring Road) raramente bajan de -10°C. Durante mi viaje de febrero, las temperaturas oscilaron entre -5°C y +2°C. Frío, sí, pero manejable con ropa adecuada.
El verdadero enemigo en invierno no es el frío sino el viento. El viento islandés es brutal - puede hacer que -2°C se sientan como -15°C. Hubo momentos donde el viento era tan fuerte que literalmente no podíamos abrir las puertas del coche. Las cascadas que queríamos admirar teníamos que verlas rápido porque el viento nos congelaba la cara. Lleva múltiples capas, cortavientos de calidad, y preparación mental para condiciones duras.
La nieve en invierno es hermosa pero también impredecible. Tuvimos dos nevadas fuertes durante nuestro viaje que nos obligaron a cambiar planes. Una mañana tuvimos que palear la salida de nuestro apartamento para sacar el coche. Pero honestamente, ver Islandia bajo nieve fresca, cubriendo cascadas, playas negras, y campos de lava, es mágico.
El verano islandés, por su parte, es fresco. No esperes calor. Las temperaturas en julio oscilaron entre 10°C y 16°C - lo que en España consideraríamos primavera fresca. Algunos días soleados llegamos a los 18°C y fue glorioso. Podías estar en camiseta (con chaqueta a mano porque el tiempo cambia en minutos). Es perfecto para caminar sin congelarte.
Pero el clima sigue siendo impredecible en verano. Tuvimos días soleados perfectos y días con lluvia intermitente. El viento seguía siendo fuerte (aunque menos que en invierno). La regla de oro en Islandia, independientemente de la estación, es: vístete en capas y lleva impermeable siempre.
Mi opinión: El frío invernal es manejable si vas preparado. El verano es objetivamente más cómodo y menos estresante climáticamente. Para viajeros que no les gusta el frío o no tienen experiencia con climas extremos, el verano es más seguro.
Multitudes y precios
Esta sección es donde el invierno gana contundentemente. Mi viaje de febrero fue increíblemente tranquilo. Muchas atracciones las teníamos completamente para nosotros. En Jökulsárlón, la laguna glaciar más famosa de Islandia, estábamos solos durante 20 minutos antes de que llegara otro coche. Las cascadas principales tenían tal vez 5-10 personas máximo. Podíamos hacer fotos sin esperar a que saliera gente del encuadre.
Los precios en invierno también eran significativamente más bajos. El alquiler del 4x4 costó 100€ por día (en verano habría sido 150-180€). Los hoteles estaban ofertados hasta un 30-40% más baratos que en temporada alta. Los vuelos desde España también eran más económicos.
En julio, experimenté la Islandia turística. Jökulsárlón estaba abarrotada - decenas de coches, grupos de tours, gente por todas partes. Las cascadas principales como Skógafoss y Seljalandsfoss tenían colas para hacerse fotos. Tuvimos que madrugar mucho (tipo 6:00 AM) para ver lugares sin multitudes. Es el precio de viajar en la época más popular.
Los precios de verano son considerablemente más altos. El alquiler del coche (un simple Toyota) costó 80€ al día. Los hoteles estaban llenos y caros. Los restaurantes en zonas turísticas cobraban precios premium. Los tours y actividades también subían precios. Si viajas en verano, reserva TODO con meses de antelación o te quedarás sin opciones.
La ventaja del verano es que todo está abierto. Más tours disponibles, más restaurantes operando, más servicios en general. En invierno, algunos lugares estaban cerrados fuera de temporada, lo que limitaba opciones.
Mi opinión: Si valoras la tranquilidad, autenticidad y ahorrar dinero, el invierno es superior. Si no te importan las multitudes y tu presupuesto es más holgado, el verano ofrece más conveniencias y servicios.
Paisajes y colores
Este es el aspecto más subjetivo pero importante para mí como amante de la fotografía. Los paisajes islandeses en invierno son dramáticos, minimalistas, monocromáticos. Todo es blanco, negro, gris, con toques de azul en el hielo glaciar. Las cascadas parcialmente congeladas crean esculturas naturales de hielo. Las playas de arena negra contrastan violentamente con la nieve blanca y el océano gris. Es crudo, duro, hermoso de una manera austera.
La luz invernal es baja todo el día, creando sombras largas y dramáticas. Para fotografía, es un sueño - nunca hay luz dura del mediodía porque el sol nunca sube mucho. Todo el día es hora dorada o azul. Los paisajes nevados tienen una calidad etérea, casi de otro mundo. Islandia en invierno parece literalmente un planeta alienígena.
El verano islandés explota en color comparativamente. Los campos están verdes, cubiertos de musgo brillante y flores silvestres (especialmente lupinos púrpuras que cubren campos enteros). El cielo es más azul. El agua parece más turquesa. Es alegre, vibrante, lleno de vida. Las cascadas llevan más agua (deshielo de verano) y son más poderosas.
La luz de verano es más difícil para fotografía - tienes las horas duras del mediodía cuando el sol está alto (aunque nunca tan alto como en latitudes más bajas). Pero la luz dorada del “atardecer” que dura desde las 10:00 PM hasta las 2:00 AM es mágica y única. Puedes hacer sesiones fotográficas de hora dorada que duran literalmente horas.
Para mí personalmente, los paisajes invernales de Islandia me impactaron más. Hay algo en esa belleza austera, en esos tonos apagados, en esa sensación de estar en los confines del mundo habitable, que me llegó al alma de una manera que el verano colorido no hizo. Pero reconozco que es cuestión de gustos - hay quienes prefieren los colores vibrantes y la vida del verano.
Mi opinión: Si eres fotógrafo o aprecias la belleza dramática y minimalista, invierno. Si prefieres colores vibrantes y paisajes más “alegres”, verano.
Mi veredicto personal
Después de experimentar ambas estaciones, mi elección personal es el invierno, pero por un margen más estrecho de lo que esperaba. El invierno islandés me ofreció algo que no he encontrado en ningún otro viaje - esa sensación de estar verdaderamente en los confines, de estar a merced de la naturaleza, de cada experiencia siendo un pequeño logro contra los elementos. Las auroras boreales, las cuevas de hielo, los paisajes nevados, la soledad de los lugares, y sí, incluso la dificultad de las condiciones, crearon una experiencia más intensa y memorable para mí.
Pero el verano tiene argumentos sólidos. Es más accesible, más cómodo, te permite ver más cosas, y tiene experiencias únicas como ballenas y frailecillos. Para un primer viaje a Islandia, especialmente si no tienes experiencia con climas fríos o viajas con niños o personas mayores, el verano es probablemente la mejor opción. Es Islandia en “modo fácil” pero sin perder su magia.
Mi recomendación ideal: si realmente amas Islandia (y lo harás después del primer viaje), vuelve en la otra estación. Son experiencias tan diferentes que prácticamente son dos destinos distintos. Yo volveré en invierno porque es “mi” Islandia, pero no me arrepiento ni un segundo de haber ido en verano también - me dio perspectiva completa de lo que este país increíble ofrece.
Si tuviera que elegir solo una estación:
- Elige invierno si: Quieres ver auroras boreales, te emocionan las cuevas de hielo, eres fotógrafo, prefieres menos turistas, tienes presupuesto ajustado, y no te asusta el frío.
- Elige verano si: Es tu primer viaje a Islandia, quieres ver ballenas/frailecillos, planeas hacer senderismo serio, viajas con familia, prefieres comodidad y facilidad, y quieres maximizar el número de lugares que visitas.
Al final, no hay respuesta incorrecta. Islandia es extraordinaria en cualquier época. La pregunta no es tanto “cuándo es mejor” sino “qué tipo de experiencia buscas”. Y honestamente, si puedes, ve las dos veces. Este país merece ser experimentado en todas sus facetas - desde la oscuridad y dureza del invierno ártico hasta el colorido y vida del verano nórdico. Ambas te dejarán con ganas de volver. Ambas te recordarán por qué viajar es la mejor forma de gastar tu dinero. Y ambas te harán enamorarte de esta isla imposible en los confines del mundo habitable.